Desde el pasado miércoles, los fanáticos de Nintendo tienen la oportunidad de sumergirse en 135 años de historia del gigante japonés de los videojuegos, en un nuevo museo inaugurado en Kioto. Ubicado en la antigua fábrica de cartas Hanafuda y Karuta, donde comenzó la historia de Nintendo, el museo ofrece una exhibición que incluye todas las transformaciones del diseño de la saga “The Legend of Zelda” en sus 48 años de historia y una exposición de las versiones japonesas e internacionales de la icónica consola Famicom. Además, los visitantes pueden jugar al legendario “Super Mario Bros” con mandos gigantes. La demanda ha sido abrumadora: las entradas están agotadas hasta diciembre.
Sin embargo, este éxito en la inauguración del museo es solo un pequeño alivio para la compañía, que sigue siendo el segundo mayor vendedor de consolas a nivel mundial, solo detrás de Sony. En agosto, Sony publicó resultados financieros que mostraban una significativa caída en el primer trimestre del año fiscal en curso, con una reducción del 55,3% en el beneficio neto y del 70,6% en el resultado operativo.
Cada vez que Nintendo muestra algún signo de debilidad, surge el debate de si la empresa está perdiendo su relevancia. Esta discusión se reaviva continuamente en las redes sociales, donde youtubers y blogueros no dudan en afirmar que “Nintendo va a morir”. Los jugadores critican a la compañía por no adaptarse a las nuevas tendencias del mundo del gaming. Mientras los juegos móviles y las experiencias compartidas en línea, como ocurre en el fenómeno de Fortnite, se vuelven más populares, y mientras otros apuestan por el metaverso, Nintendo parece ser reticente a seguir este camino.
Laurent Michaud, economista especializado en la industria de los videojuegos, destaca que esta resistencia a las nuevas tendencias podría ser una de las razones por las que los resultados financieros de Nintendo han sido más modestos en los últimos años. Entre 2021 y 2024, sus ingresos han disminuido en casi un 5%. Michaud también señala que la crisis de sobreproducción que afecta al sector tras la pandemia de COVID-19 ha contribuido a una reducción de las inversiones en la industria, lo que agrava la situación de Nintendo.
La estrategia de Nintendo: innovación prudente
Consciente de los desafíos, el presidente de Nintendo, Shuntaro Furukawa, anunció en mayo, a través de la red social X, el lanzamiento de la sucesora de la consola Switch, prevista para marzo de 2025. Este anuncio ha generado una gran expectativa entre los seguidores de la marca, ya que la Switch, con siete años en el mercado, está en camino de convertirse en la consola más vendida de la historia, con más de 141 millones de unidades vendidas.
Este movimiento, según Michaud, es un “clásico golpe de efecto” en el mundo del entretenimiento: cuando las ventas empiezan a caer, la respuesta habitual es anunciar una novedad. No es casualidad que en el primer trimestre del año, las ventas de la Switch se redujeron a solo 2,1 millones de unidades, la mitad de lo que se había vendido en el mismo periodo del año anterior.
Nintendo ha sido conocida a lo largo de los años por seguir su propio camino, a menudo al margen de las tendencias más populares de la industria. A pesar de la presión para innovar en áreas como los juegos en línea y el metaverso, la compañía parece enfocarse en su propia estrategia: diversificación y protección de su legado. La apuesta por una nueva consola es un indicativo de que Nintendo sigue confiando en su capacidad para reinventarse sin perder de vista lo que la ha convertido en un referente en la historia de los videojuegos